Tradicionalmente los psicólogos-sexólogos han tendido a orientarse al tratamiento de disfunciones sexuales, las cuales están claramente definidas por lo que permiten un diagnóstico y tratamiento específicos para su «cura». En esto está implícito el concepto de «trastorno» donde quien asiste al especialista viene a buscar el tratamiento para poder dejar de padecer esa condición.
Considero que el rol que podemos jugar como sexólogos en el bienestar general de las personas y parejas va mucho más allá de disminuir determinados síntomas. No es necesario padecer un trastorno para querer mejorar la vida sexual. Por este motivo es que ofrecezco a las parejas la posibilidad de descubrir maneras de vivir su sexualidad de forma más plena, abriendo caminos hacia el diálogo, la empatía, comprensión, el aprendizaje y la exploración de la propia sexualidad. Para esto se trabaja en derribar mitos, otorgar información, fomentar la cercanía y el romanticismo, disminuir la culpa y los sentimientos negativos respecto a esta temática. En definitiva es un aspecto integrante de la vida de todos, pero que por distintos condicionamientos sociales y morales ha tomado una connotación negativa para algunos, como algo de lo que no se habla o de lo que las personas se sienten avergonzadas.
Estas sesiones corresponden a ofrecer apoyo y guía para lograr niveles crecientes de bienestar de pareja tanto en el ámbito sexual como en sus interacciones diarias. La sexualidad no es un aspecto independiente del resto de nuestras vidas, sino que está íntimamente vinculada con cómo nos vemos a nosotros mismos como individuos, parejas, padres, hijos, etcétera